lunes, 7 de julio de 2025

Gluttonery - Julio 7 de 2025.

La menarquia es la primera menstruación y es la puerta de entrada a la experiencia de la sexualidad. Desde esa temprana fecha yo ya sabía que me iba a prostituir por la atracción tan enorme que ejercía sobre mí el encuentro sexual, y obtener un orgasmo se me volvió como una especie de reto, ritual tras ritual. Yo sí lo obtuve muchas veces, no como otras mujeres, porque para mí era una experiencia excepcional de todo mi gusto. No produzco obras de arte como eyaculando, tener sexo era una experiencia envolvente en sí misma, con sus propias características, no fué de gran interés llevarlo hacia la representación, uno representa lo que no tiene, las formas puras que difícilmente encontramos en la naturaleza, pero la sexualidad tenía su propio contexto y lenguaje, y llevado al éxtasis, no era necesario buscar otro modo de placer para acceder a él. Hoy ya no tengo sexo, se acabó con la menopausia como a los 44 años, pero era una sensación como comer, comer hasta hartarse, deleitarse con la amalgama de sabores , colores, texturas. Quizás otra experiencia estética similar era conducir carro, sentir el viento sobre la cara, manejar irresponsablemente, quedar al libre arbitrio entre la vida y la muerte. De algún modo se trata de estetizar la experiencia de vida, no de llevar la vida hacia las artes plásticas, sino de llevar las experiencias estéticas a las experiencias volitivas, vivir la vida como si fuera una obra de arte, decía Foucault. Y es que lo más plástico de la experiencia es la vida misma, el disfrute del momento, del ritual, no hace falta su representación, representar constituye otra forma de placer en donde lo que se representa son las formas abstractas que no existen en la naturaleza y no la naturaleza misma cuya estetización ya hace de por sí un acto de placer a los sentidos. Siendo así, el acto de producir el arte se erige como una experiencia de apropiación y éxtasis, como escuchar música y dejarse envolver por los sonidos, la experiencia no necesita mucho más. Si soy yo quien produce las imágenes sonoras, textuales, visibles, la experiencia debe estar cercana al extasis, la acción misma de producir arte debe ser placentera para que valga la pena. De ahí que como acto de la voluntad no cumpla únicamente con mostrar a un espectador,, que puede ser otra experiencia sensible de dárselas frente a un tercero, observar y ser observado, una experiencia voyeur, pero no que corresponde a mi práctica artística, para ese efecto yo tuve programa de televisión en donde yo misma era ícono en una imagen proyectada. Sentirse observado no es pues una de mis experiencias más placenteras, que más me lleven al éxtasis durante la creación de cualquier producto artístico. Esa experiencia de como cuando uno pretende comerse el mundo constituye pues el eje central de mi apuesta como artista plástica, no es suficiente que exista un objeto en sí, sino una experiencia que enriquezca al individuo creador. 

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